La huella estética es un nuevo término que expresa el impacto que pueden llegar a tener los tratamientos médico estéticos que nos realizamos a lo largo del tiempo. El inicio cada vez más temprano de los tratamientos, así como el conocimiento de la interacción biológica de los rellenos y el uso de técnicas de diagnóstico como la ecografía, dan valor a este concepto. Es un término acuñado por el Dr. Jaime Tufet, reconocido médico estético, y miembro de la Sociedad española de Medicina Estética (SEME) para definir este concepto.
En general, todos los tratamientos médico estéticos , ocasionan cambios sobre nuestro organismo que tienen como finalidad mejorar los signos del envejecimiento. Estas respuestas dependen del producto utilizado ( rellenos dérmicos, hilos tensores, etc.), la técnica de aplicación ( voluminización, estímulo del colágeno, etc.) que depende del médico que lleva a cabo el tratamiento y la respuesta del organismo, que es propia de cada persona.
La mayoría de tratamientos, bien realizados, van a dejar una huella estética positiva. Además del propio resultado, habrá una mejora de la calidad de la piel y un retraso del proceso de envejecimiento cutáneo.
En contraposición, la huella estética “negativa” serían aquellas consecuencias indeseadas de un procedimiento estético. Las causas son variadas: desde las complicaciones relacionadas con una mala técnica, un exceso de producto, selección inadecuada del paciente o uso de un producto que no sea el idoneo para una determinada región o tratamiento.
Es posible prevenir esta huella estetica negativa poniéndose en manos de médicos estéticos con adecuada formación y entrenamiento que realicen un adecuado diagnóstico y utilicen productos sanitarios autorizados.


Emilce Insua
Puesto
Doctora en Medicina y Cirugía. Médico estético. Experta en Comunicación Pública, Divulgación de la Ciencia y Asesoramiento Científico por la Universidad Autónoma de Madrid.